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Mostrando entradas de febrero, 2015

Detrás de un EKG, casi siempre hay alguien.

Esta semama tuve la oportunidad de rotar en el piso de obstetricia, donde se encuentran hospitalizadas las pacientes después de un parto o una cesárea.  Y quiero hablar sobre alguien. Digamos que se llama María. Conocí a María el sábado pasado en mi guardia de tococirugía. Aproximadamente a la 1 a.m. salí al triage para pasar a una paciente, había 3 pacientes esperando, todas con la misma cara de angustia: una primigesta que acudía por dolores típicos del trabajo de parto, una secundigesta con ruptura franca de membranas, que venía acompañada de una trabajadora del hospital al parecer, y María.  Las interrogué muy rápido, ya que no había enfermera haciendo el triage (bien raro), e inmediatamente pasé a María, un interno se molestó porque no pasé a la "recomendada" y el estaba preparando la cama para ella, no le hice caso y pasé a María de todas formas. María era " primigesta, joven, en el tercer trimestre del embarazo" ( frase que se me quedó grabada de mi peculiar ...

Nadie dijo que la vida tenía que ser feliz.

Toda mi vida he creído en la justicia.  Según yo, existe un perfecto estado de equilibrio, donde todo lo que hacemos tiene una consecuencia perfectamente justa. Es una forma muy sencilla de vivir, solo tienes que hacer lo necesario para no hacerte acreedor a una situación no deseada que estabilice la balanza. Si eres alguien bueno, no tienen porque pasarte cosas malas, o algo así. Ojalá fuera tan sencillo .  No lo es, porque parece que equivocarse es una habilidad innata de los humanos. Y en este supesto mundo perfectamente justo, equivocarse no es una excusa válida.  Y segundo, aunque me guste creer que así funcionan las cosas, en el fondo se que no.  La vida está diseñada para equivocarse, y con ello, aprender.  No por nada, los viejos son sabios. Creo que el viejo más sabio, es el que más se equivocó.  Y por ello, a mi no me gustaría ser un viejo tan sabio.  Porque creo que hay errores que no valen la pena la enseñanza. Prefiriría decir que fui una ...

Quisiera ser más alto.

Hace poco me dijeron que no era mexicano, porque debería ser más bajo. Un sentimiento patriótico me invadió e hizo que me molestara. Pero es cierto, vivimos en un país de personas bajas. Tiempo después, (como pasa en las películas) platicaba con una gran amiga,  sobre como nos ven los índigenas.  Por "nos" me refiero a los mestizos del país, que creo, somos la mayoría.  No nos ven como amigos, no creo que nos vean con agrado. Ellos se tienen que partir el lomo para veder sus baratijas en una sociedad que los rechaza, una sociedad que come en McDonalds y viste "Aeropostale", de la que ellos no forman parte.  Entonces me di cuenta de algo: En realidad no soy mexicano.  Es decir, legal y socialmente sí los soy; pero creo que alguien que mide 1.60m, habla Nahualt, y cree en sus propios Dioses, sería el verdadero mexicano.  Yo soy el resultado de una mezcla de razas, de culturas y de religiones.  La mexicanidad que profeta Octavio Paz, ese libro que es de c...